NABUCODONOSOR: EL GRAN CONSTRUCTOR
Nabucodonosor II fue rey de Babilonia entre los años 605 y 562 a.C. Segundo monarca de la dinastía caldea, sucedió a su padre, el rey Nabopolasar, que había liberado a Babilonia del yugo asirio. El hijo fue un rey eminentemente guerrero, pasando gran parte de su reinado en lucha con egipcios, cimerios, escitas, medos, fenicios y otros pueblos de la región, llevando a Mesopotamia a un punto muy alto de poder. Sus campañas más famosas, sin embargo, son las que llevó a cabo contra el reino de Judá, conocidas y magnificadas por el Antiguo Testamento. Así sabemos que Nabucodonosor capturó la ciudad de Jerusalén por primera vez en el año 597 a.C., haciendo prisionero al rey Jeconías a quien envió a Babilonia junto con miles de hebreos. Años más tarde, Sedecías, el rey hebreo nombrado por el poderoso monarca babilonio, se sublevó, de manera que Nabucodonosor tuvo que volver a coger los trator e ir hacia Jerusalén, que fue asediada durante dos años y cayó finalmente en 587 a.C. Esta vez sí, la ciudad fue minuciosamente saqueada, el Templo de Salomón reducido a ruinas y más ciudadanos hebreos fueron deportados a Babilonia. Este fue el final del reino de Judá.
Estas vicisitudes son muy conocidas porque, como ya he dicho, la Biblia hizo de ellas amplio eco. Y no olvidemos que la Biblia fue escrita por hebreos, de manera que la figura de Nabucodonosor sale muy mal parada. El Libro Segundo de los Reyes (capítulos 24 y 25) y el Libro Segundo de las Crónicas (capítulo 36) hablan de estos hechos históricos. Los libros de los profetas Jeremías y Daniel, por su lado, también hablan del rey de Babilonia y, por cierto, muy negativamente. Lógico, dado que para los hebreos representaba la potencia que los había agredido y oprimido. Parece, sin embargo, que Nabucodonosor no era tan malo y, aparte de la guerra, se dedicó también a la construcción, siendo creación suya los famosos Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. A pesar de haber llevado a Babilonia al cénit de su poder, su imperio no duró ni veinticinco años después de su muerte, ya que en 539 a.C. Babilonia cayó en manos del rey persa Ciro el Grande, que permitió el retorno de los hebreos a su casa y favoreció la reconstrucción del Templo, de manera que el persa, gracias a la propaganda bíblica, queda como un tipo fantástico.
Y toda esta historia del malvado Nabucodonosor y sus turbulentas relaciones con los judíos, pasados los siglos, se convirtió en muy apetecible para ser llevada a los escenarios. Y así fue: en 1836 una pareja de autores franceses, Auguste Anicet-Bourgeois y Francis Cornue, estrenaron una obra llamada Nabuchodonosor. Y es en estos materiales que el libretista y compositor Temistocle Solera se basó para confeccionar un libreto. Giuseppe Verdi era, por aquel entonces, un joven compositor que no llegaba a la treintena y empezaba su carrera de una manera no muy halagadora: al éxito relativo de Oberto, conte di San Bonifacio había seguido el desastre sin paliativos de Un giorno di regno. Si a esto añadimos que Verdi acababa de perder a su esposa, Margherita Barezzi, y a sus dos hijos, os podéis imaginar que su estado de ánimo era más que negro. Bartolomeo Merelli, el empresario de La Scala, había ofrecido el libreto de Nabuccodonosor a Otto Nicolai, compositor alemán de carrera italiana, pero éste lo había rechazado. Acto seguido lo ofreció a Verdi, a quient tuvo que insistir porque, como decimos, casi quería dejarlo todo. El joven compositor, no obstante, aceptó y fue lo mejor que podía haber hecho: Nabuccodonosor, estrenada en La Scala el 9 de marzo de 1842 (pocos años más tarde adoptaría el nombre abreviado de Nabucco con el cual le conocemos hoy en día) fue un éxito inmediato. Éxito musical y de otro tipo, ya que el nacionalismo italiano que se quería liberar del yugo austríaco encontró en la trama de la ópera argumentos suficientes como para declararla su tótem. Por otro lado, el personaje de Abigaille estaba a cargo de una tal Giuseppina Strepponi que, después de este primer contacto con Verdi, acabaría convirtiéndose en su segunda esposa y fiel compañera para toda la vida. Verdi dijo siempre que con Nabucco había empezado realmente su carrera.
O sea, estimado público, ya podéis ver que Nabucodonosor fue un gran constructor, tanto de imperios, como de jardines, como de carreras artísticas.
JORDI TORRENTS
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