LA BOHÈME
En París, a mediados del siglo XIX
ACTO PRIMERO
Una buhardilla en el barrio de Montmartre
Los jóvenes artistas Rodolfo, Marcello, Schaunard y Colline pasan tan alegremente como pueden su vida bohemia en una pobre buhardilla, el alquiler de la cual olvidar pagar con bastante frecuencia. Ha llegado el invierno. Rodolfo y Marcello sufren un frío intenso mientras trabajan y sacrifican una silla a fin de poder encender el fuego. Pero Rodolfo recurre también a un método heroico: el drama que tiene escrito les calentará. Reducen el manuscrito a cenizas y Colline, que viene del Monte de Piedad sin ningún resultado, también busca un poco de calor junto a la escasa lumbre. Antes que la llama se consuma llega Schaunard, el músico, con un abundante botín que es producto de una hábil argucia. Trae leña, vino y comida en cantidad, pero deciden guardar estos tesoros para tiempos peores y celebrar la Nochebuena alegremente en el Barrio Latino.
En este momento aparece Benoit, el dueño de la casa, exhibiendo la cuenta del alquiler que le deben de hace tiempo. Los bohemios discurren ingeniosamente la manera de burlarse del inoportuno visitante y, con este propósito, lo invitan a beber procurando que se achispe un poco y le hacen explicar aventuras amorosas, todo ello para terminar echándolo con el pretexto de que ofende la moral y las buenas costumbres, pero antes se las ingenian para sustraer el recibo del alquiler que él tiene en las manos. Ya tienen el camino expedito para irse al Café Momus, local frecuentado por los bohemios las noches que disponen de dinero. Rodolfo, sin embargo, se queda solo porque tiene que terminar un artículo para un diario. Alguien llama a la puerta: es Mimì, una joven costurera que vive en el mismo edificio. Viene a pedir lumbre puesto que el viento le ha apagado la vela y, además, con el esfuerzo de subir la escalera ha perdido el aliento. Rodolfo le ofrece un poco de vino. La muchacha se recupera y cuando ya está a punto de irse se da cuenta de que no tiene la llave de su piso. La vela se apaga de nuevo y ambos buscan la llave a oscuras; sus manos se encuentran y nace el amor. Rodolfo y Mimì se explican mutuamente quienes son y cómo viven (Che gelida manina – Sì, mi chiamano Mimì). Los bohemios llaman a Rodolfo desde la calle para que baje, pero éste les dice que no está solo y que en seguida irá a su encuentro acompañado de Mimì. Antes de irse, uno y otro se declaran su amor (O soave fanciulla).
ACTO SEGUNDO
En el Barrio Latino
En medio de la animación de la Nochebuena, Rodolfo y Mimì toman asiento en una mesa del Café Momus, junto con Colline, Schaunard y Marcello. Rodolfo presenta Mimì a sus amigos y con una cena en la terraza del café celebran su incorporación al ilustre círculo de bohemios. De pronto llega Musetta, “bella ragazza di venti anni, molt civetteria, un pochino di ambiziones e nessuna ortografia...”, acompañada de Alcindoro, un viejo rico y chocho. Al ver a Marcelo, antiguo amante suyo, va a sentarse a una mesa próxima con su acompañante y se pone a decir indirectas y lanzar miradas significativas a su viejo amor, aún no terminado (Quando m’en vo...). Una vez más, Musetta había abandonado al pobre artista para poder vivir en el lujo, pero al reencontrar a sus amigos en el ambiente de antaño su viejo amor vuelve a despertarse. Insolente, coqueta pero graciosa, hace doble comedia entre Alcindoro y Marcello y acaba trastornando a “su” pintor y deshaciéndose del viejo. “¡Su pie le duele!” y Alcindoro tiene que llevar el zapato de Musetta al remendón; ella aprovecha la ocasión para precipitarse en brazos de Marcello. Por la calle desfila una alegre retreta militar y, aprovechando el barullo que origina, el grupo de artistas desaparece. Cuando Alcindoro regresa con el zapato arreglado no encuentra a Musetta y, en cambio, se ve obligado a pagar la cuenta de todos.
ACTO TERCERO
Una puerta de entrada a París
Es una muy cruda madrugada de invierno. Temblando de frío y atormentada por la tos, Mimì aguarda para poder hablar con Marcello, que vive en una pequeña fonda cerca de la barrera. Cuando lo ve, le explica su insoportable vida con Rodolfo, que la tortura con sus caprichos y sus celos y esa misma noche la ha abandonado (O buon Marcello, aiuto!). Marcello le dice que Rodolfo duerme en esa misma fonda y le promete ayudarla pero viendo que Rodolfo se acerca le ruega que se oculte para así evitar un escándalo. Marcello pide explicaciones a Rodolfo y éste le confiesa que ya no puede vivir con Mimì. Conoce su enfermedad, que es mortal, pero él no dispone de medios para poder auxiliarla. Marcello se esfuerza en vano para que Rodolfo calle, pensando que Mimì puede oirlos. Mimí, efectivamente, lo ha escuchado todo y llega un momento en que la tos la delata. Al descubrirla, Rodolfo la toma en brazos pero Mimì, desesperada, se despide (Donde lieta uscì... Addio senza rancor...). Marcello oye las risas burlonas de Musetta dentro de la fonda; poseído por los celos le pide explicaciones de su conducta, discuten y ella lo deja plantado, abrumándolo con mofas e insultos. Mimì y Rodolfo, mientras tanto, siguen hablando de amor, abrazados y embobados, sin darse cuenta de nada de lo que les rodea.
ACTO CUARTO
La misma buhardilla del primer acto
De nuevo Rodolfo y Marcello están trabajando en la buhardilla, solos. En realidad, sin embargo, piensan en sus amadas ausentes; Mimì también ha abandonado a Rodolfo, siguiendo el ejemplo de Musetta. Llegan Colline y Schaunard con comida suculenta y al cabo de un rato todos recobran el buen humor. De repente entra Musetta precipitadamente; Mimì, moribunda, ha venido a buscar refugio en casa de Rodolfo. Los amigos hacen todo lo que pueden para ayudarla. Colline va a empeñar su abrigo, del cual se despide tiernamente (Vecchia zimarra). Dejan sola a Mimì con Rodolfo. ¿No fue ayer que se encontraron por primera vez en aquel mismo lugar, cuando buscaban juntos la llave y salieron a celebrar la Nochebuena?. Estas evocaciones les proporcionan unos momentos de felicidad. Pero cuando los amigos regresan se encuentra con la triste escena de Mimì abatida mientras Rodolfo, sin darse cuenta de que ella está expirando, se entretiene arreglando detalles de la estancia y es Schaunard quien descubre que Mimì ha muerto. Rodolfo se da cuenta y llora desconsoladamente el amor que ha perdido para siempre.
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