LA FUERZA BRUTA DEL MACHO
Hace ya demasiados años que, por desgracia, nos estamos acostumbrando a leer en los diarios o a ver en las televisiones noticias sobre la llamada ‘violencia de género’. O mejor, digámoslo sin el eufemismo (¡cómo los odio!), violencia contra las mujeres por parte de los hombres, a menudo con resultado de muerte. Parece mentira que, ya bien entrado el siglo XXI, aún existan hombres que tengan un concepto patrimonial de sus parejas y se crean con el derecho de maltratarlas o matarlas si así lo consideran. Hombres que no pueden soportar que les puedan abandonar y cuyo orgullo de macho queda absolutamente herido por este hecho. Y esto será así mientras no quede bien claro para todos que los hombres y las mujeres somos iguales, tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones. Uno no se puede imponer al otro. Hablo de nuestra sociedad. Hay otras donde es peor y aún queda muchísima labor por hacer para llegar a imponer esta idea.
Y os preguntareis qué tiene que ver todo este párrafo cuando aquí de lo que hablamos es de ópera. Pues mucho. La ópera es teatro y con frecuencia el teatro acaba mostrándonos la vida real, sea de manera directa o transformada. Y hombres que han matado a sus mujeres ya sea por celos, por orgullo de macho o por su interés, ha habido mucho a lo largo de la historia. Y esto ha quedado bien retratado en el repertorio operístico. Aquí estamos hablando a propósito de Otello, pero al mismo tiempo pienso también en Francesca da Rimini, Parisina d’Este, Pia de’ Tolomei, Anna Bolena, Beatrice di Tenda y tantas otras que sucumben a manos de maridos poco escrupulosos o ciegos de celos.
Otello es esto: un hombre poderoso mata a su esposa inocente y fiel por unas irrefrenables sospechas que le han estado metidas en su cerebro obviamente débil, a pesar de su poder, por un tercer malintencionado. Ahora bien, por mucho que nos repugne el hecho, ¡qué monumento artístico es Otello, ya sea el de Shakespeare o el de Verdi! En mi opinión, la de Shakespeare es una de las obras teatrales más perfectas y fascinantes que existen.
La Tragedia de Otello, el moro de Venecia es una obra escrita hacia 1603. La primera representación de la que se tiene noticia fue el 1º de noviembre de 1604 en el londinense palacio de Whitehall. La inspiración para la obra, Shakespeare la obtuvo de una historia breve titulada Un capitano moro, del novelista italiana del siglo XVI Giovanni Battista Giraldi, llamado “Cinzio”. Este cuento se dice que puede estar basado en un acontecimiento real ocurrido en Venecia en 1508. La conclusión del cuento es que las mujeres europeas hacen mal en casarse con hombres temperamentales de orígenes foráneos. Sea como sea, Shakespeare siguió bastante fielmente el cuento, aunque divergió en otros aspectos, pero creó, no cabe duda, una de las obras maestras del teatro universal, donde se mezclan el racismo, el amor, la traición y los celos.
Después de estrenar Aida en 1871, Verdi decidió que había llegado el momento de poner punto y final a su carrera como compositor de ópera. Tenía 58 años, era un hombre rico, famoso en toda Europa, popular, respetado y reverenciado como rey de los escenarios. Giulio Ricordi, su editor, pensaba que Verdi estaba malgastando su talento al haberse retirado. No sólo lo pensaba desde el punto de vista artístico, sino que también temía por sus intereses comerciales, así que montó una especie de conspiración, ayudado por el director de orquesta Franco Faccio, para hacer salir a Verdi de su retiro. Y he aquí que lo atrajeron empleando la figura de Shakespeare, las obras del cual Verdi siempre había admirado y había deseado llevar a escena. Sólo lo había conseguido en una ocasión, con Macbeth, pero su anhelado proyecto de Rey Lear nunca había llegado a tomar forma. Ricordi y Faccio implicaron en la conspiración al compositor y libretista Arrigo Boito. Verdi, al principio, era escéptico, pero después de trabajar con Boito en una revisión del Simon Boccanegra, estrenada en 1881, quedó convencido y empezaron a trabajar en la producción de una nueva ópera sobre Otello.
Poco a poco se fue extendiendo por Europa el rumor de que Verdi estaba trabajando en un nuevo proyecto y todo el mundo, directores, cantantes, gerentes de teatros… se fueron movilizando para tener la oportunidad de participar en el estreno. Pero el teatro ya había sido escogido, la Scala, y también el director, Franco Faccio. También lo habían sido los cantantes, de primera fila: el tenor dramático Francesco Tamagno, como Otello, y el gran barítono francés Victor Maurel, como el pérfido Jago. Para la protagonista femenina, Desdemona, fue seleccionada la soprano Romilda Pantaleoni.
Los preparativos para el estreno se llevaron a cabo en e más absoluto de los secretos y Verdi se reservaba el derecho de cancelarlo hasta el último minuto. La première finalmente tuvo lugar el 5 de febrero de 1887. Habían pasado más de 15 años desde el último estreno de Verdi, el cual tenía ya 73 años. El éxito fue espectacular y al final el telón tuvo que ser levantado 20 veces para saludar. Verdi demostraba una vez más qué gran maestro era. A pesar de ser un anciano, con Otello dio un verdadero paso hacia delante ya que pudo abandonar definitivamente la estructura de números cerrados y diferenciados, dotando a la obra de un sentido de unidad y continuidad. Y vocalmente se trata de una de las óperas más exigentes de Verdi y lo es para los tres protagonistas.
Ya veis, estimado público, como con Otello lo tenemos todo: música y canto excelsos y teatro del mejor que pueda existir. Con esta producción, los Amics de l’Òpera de Sabadell dan un nuevo paso valiente en la línea de excelencia que los caracteriza. Seguro que lo disfrutaréis al máximo. Enhorabuena!
JORDI TORRENTS
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