DON CARLO
La acción tiene lugar en diversos lugares de España en el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II (1556-1598)
ACTO PRIMERO
Monasterio de Yuste (Extremadura)
En el claustro del monasterio un monje reza ante la tumba del emperador Carlos V mientras el resto de la comunidad lo hace en la capilla (Carlo il sommo imperatore). Llega Carlo, príncipe de Asturias, heredero de la corona, buscando calmar sus intenses preocupaciones (Io l’ho perduta!) y, sorprendido, cree reconocer la voz de su abuelo, el emperador, en la del monje.
Llega Rodrigo, marqués de Posa, gran amigo de Carlo. El marqués acaba de regresar de un viaje a Flandes donde ha sido testigo de los abusos de la dominación española y pide a Carlo que utilice su influencia ante el rey, su padre, para acabar con esta situación (L’ora suonò. El príncipe, por su lado, le confiesa que está enamorado de la reina, Elisabetta de Valois, su madrastra, situación muy comprometida. El consejo de su amigo es alejarse de la corte y trabajar por la causa de Flandes. Antes de separarse, los dos hombres se juran amistad eterna (Dio, che nell’alma infondere).
Mientras tanto, en los jardines del monasterio encontramos reunida a la corte de damas de la reina, que se entretienen con alegría y despreocupación (Sotto ai folti, immensi abeti). Entre ellas está la bella Princesa de Eboli, que canta una canción, la ‘Canción del velo’ (Nei giardin del bello). Llega la reina y después Rodrigo que le entrega una carta de su madre, la reina viuda de Francia, y una nota de Carlo, pidiéndole, al mismo tiempo, que tenga un encuentro con éste. El príncipe también hace acto de presencia y habla con la reina (Io vengo a domandar) que, a pesar de todo, lo frena diciéndole que ahora es su madre. Carlo, frustrado, se va.
Llega de repente el rey, Felipe II, con sus cortesanos y manifiesta su sorpresa al encontrar a la reina sola, hecho que va contra el protocolo establecido (Perchè sola è la Regina?). Como castigo expulsa de España a la principal dama de honor de la reina, la condesa de Aremberg, que es consolada por la propia Elisabetta (Non pianger, mia compagna). Rodrigo, aún presente, aprovecha la ocasión para defender la causa de Flandes ante el rey (O Signor, di Fiandra arrivo). Este, que simpatiza con Posa, a su vez se abre a hacerle confidencias: pide al marqués que vigile a su hijo y a su esposa, de los cuales sospecha que puedan tener alguna relación, al mismo tiempo que le aconseja desconfiar del Gran Inquisidor (Osò lo sguardo tuo penetrar il mio soglio).
ACTO SEGUNDO
Cuadro primero
De noche, en los jardines de la reina, en Madrid
Carlo lee una carta en la cual se le cita a medianoche en los jardines de la reina (A mezzanote, ai giardin della Regina...). El cree que ha sido la propia Elisabetta quien se la ha enviado y viendo una dama embozada que él toma por la reina, se dirige hacia ella con apasionadas palabras de amor. Pero de repente descubre que se trata de Eboli (Ciel! Non è la Regina!). La situación es delicada y Carlo no puede negar su error, de manera que la princesa, sintiéndose despreciada, jura venganza. Rodrigo, que mientras tanto ha llegado al lugar, intenta calmarla (Che disse mai?), pero ella se va, airada. El marqués de Posa aconseja a Carlo que le pase todos los papeles comprometedores que pueda estar en su posesión (Carlo! Se mai su te fogli... ).
Cuadro segundo
Ante la catedral de Valladolid
Una multitud se ha congregado en el lugar para presenciar un ‘Auto de fe’, ceremonia en la que unos herejes condenados por la Inquisición serán quemados en la hoguera (Spuntato ecco il dì). Los reyes presiden el acto solemne.
Una delegación de diputados flamencos, conducidos por Carlo, interrumpen la ceremonia (Sire, Sire, no, l’ora estrema non suonò). Vienen a suplicar ante el rey que, sin embargo, los hace arrestar. Carlo se indigna y desenvaina la espada contra su propio padre, pero Rodrigo lo detiene y lo desarma (A me il ferro). El rey, en agradecimiento, lo nombra duque. Todo el mundo se va mientras prosigue la ceremonia y la hoguera termina con los condenados, las almas de los cuales son acogidas en el cielo (Volate verso il ciel).
ACTO TERCER
Cuadro primero
El gabinete del rey, en Madrid
Felipe II está solo en su gabinete, sumido en oscuros pensamientos. La tristeza lo invade al no sentirse amado por su esposa (Ella giammai m’amò!). Se anuncia la llegada del Gran Inquisidor, imponente personaje eclesiástico que es ciego, debido a su avanzada edad (Son io dinanzi al Re?). El rey le quiere preguntar si puede condenar a su propio hijo por su acto de rebelión. El Inquisidor responde que sí y, además, le reclama la vida de Rodrigo, a quien odia por sus ideas que considera subversivas (Allor son io ch’a voi parlerò). El rey se niega.
Llega la reina, trastornada. Le ha desaparecido un cofre con joyas y pide justicia por el robo (Giustizia, giustizia, Sire!). Es el rey quien lo tiene en su poder y lo devuelve a su mujer, obligándola a contemplar el medallón con el retrato de Carlo que contiene (Ardita troppo voi favellate!). Esto es una verdadera acusación de adulterio, ante la cual la reina se desmaya.
El rey grita pidiendo ayuda y acuden Rodrigo y la princesa de Eboli (Soccorso alla Regina!). El rey se arrepiente de sus sospechas y, cuando quedan solas, Eboli confiesa a la reina que ella ha sido la autora del robo con el objetivo de provocar la acusación de adulterio (Pietà! Pietà! Perdon!). Lo ha hecho por celos, pues ella también ama a Carlo. La reina, fríamente, la deja escoger: o el exilio o un convento. Una vez sola, Eboli se desespera y escoge el convento, decidiendo, al mismo tiempo, intentar salvar a Carlo de la Inquisición (O don fatal, o don crudel).
Cuadro segundo
Una prisión, en Madrid
Carlo está encerrado en la prisión y recibe la visita de Rodrigo (Son io, mio Carlo). Este confiesa que está en peligro desde que se han descubierto en su poder los papeles políticamente sensibles que Carlo le confió (Per me giunto è il dì supremo). Efectivamente, una oscura figura dispara sobre Rodrigo que, al morir, dice a Carlo que la reina lo espera al día siguiente en Yuste. Igualmente, se manifiesta feliz de morir si Carlo puede salvar a Flandes y reinar sobre una España más feliz (O Carlo, ascolta).
Llega el rey, acompañado por Eboli, el Inquisidor y un grupo de cortesanos para liberar a su hijo (Mio Carlo, a te la spada io rendo). Este lo rechaza a causa de la muerte de Rodrigo. El rey ve el cadáver de este y lamenta profundamente su muerte, en la cual no ha tenido nada que ver. Mientras tanto se ha congregado una multitud ante la prisión exigiendo la libertad del príncipe, llegando a enfrentarse al rey (Perir dovrà... ). Pero quien les planta cara es el Inquisidor, que los aterroriza de tal manera que lo obedecen inmediatamente y se someten al rey (Vi prostrate innanzi al Re). En la confusión, Eboli huye con Carlo.
ACTO CUARTO
Monasterio de Yuste (Extremadura). Es de noche
Elisabetta está sola, rezando ante la tumba del emperador. Adopta el compromiso de ayudar a Carlo a cumplir su destino en Flandes, pero para ella solo invoca la muerte (Tu che la vanità). Llega Carlo y ambos de despiden y prometen encontrarse de nuevo, pero en el cielo (È dessa!).
Entran el rey y el Gran Inquisidor (Sì, per sempre!). Vienen a arrestar a Carlo. Este desenvaina para defenderse, pero de repente sale de la tumba el monje del primer acto. Este agarra a Carlo y proclama que las turbulencias del mundo persistirán y sólo se podrá encontrar el descanso en el cielo. El rey y el Inquisidor reconocen en la voz del monje la del emperador y todo el mundo queda paralizado por el terror (Il duolo della terra). El monje arrastra a Carlo al interior de la tumba, que queda cerrada.
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