La escena tiene lugar en Sevilla, a finales del siglo XVIII.
ACTO I
Cuadro primero – Una plaza, ante la casa del Doctor Bartolo
Está a punto de hacerse de día. Entra el Conde de Almaviva, acompañado por su criado Fiorello y un grupo de músicos (Piano pianissimo). El noble tiene la intención de dedicar una serenata a Rosina, chica huérfana que vive con su tutor, el Doctor Bartolo, el cual no la deja salir de casa. El Conde canta una canción de amor (Ecco, ridente in cielo), pero Rosina no se deja ver y los músicos son despedidos.
Ya de día, el Conde queda solo y se esconde en ver aparecer Figaro, el barbero, que se presenta explicando sus virtudes y habilidades, tantas que lo hacen casi imprescindible en toda Sevilla (Largo al factotum). Resulta que Figaro es un viejo conocido del Conde y éste, que lo reconoce, se dirige y le cuenta, pidiéndole discreción, que es en la ciudad debido a Rosina, de quien está enamorado. Mientras hablan, la chica sale al balcón y tira un papel, dirigido al Conde, que lo recoge.
El viejo Bartolo, que lo ha visto, quiere saber de qué se trata. Ella le responde que es la letra del aria de L’inútil precauzione, la ópera de moda, y le ruega que salga a recogerla. Como el papel ya no está, Rosina dice que el viento se lo ha llevado. Bartolo enfada y la hace entrar en casa, con juramento que hará clausurar el balcón. Poco después sale de casa.
Almaviva pide a Figaro que le ayude a conquistar el corazón de la chica sin embargo, que esta sepa quién es él en realidad. Para ello se hará pasar por Lindoro, un chico sin fortuna. Figaro le aconseja de declararse con música, ya continuación el Conde entona una nueva canción (Se il mio nome). Rosina lo siente y la escucha complacida pero, de repente, la ventana se cierra. Figaro y el Conde se inventan un plan para que éste pueda entrar en la casa (All’idea di quel metal): el Conde se hará pasar por un soldado ebrio.
Cuadro segundo – Dentro de la casa de Bartolo
Rosina está enamorada de Lindoro y quiere conseguirlo. Así lo confiesa mientras explica su carácter, dócil pero peligroso si la pinchan (Una voce poco fa). Llega Figaro y la chica le cuenta sus penas. El barbero está a punto de confesarle planes de Lindoro, pero llega Bartolo y Figaro esconde. El tutor está de mal humor y habla mal del barbero. Rosina, para hacerlo rabiar aún más, le habla con palabras extremadamente elogiosas.
Llega Don Basilio, el intrigante y entrometido maestro de música, con la noticia de que el Conde de Almaviva es en Sevilla. Bartolo se asusta ya que sabe que la aristócrata detrás de Rosina. Basilio, pero, lo tranquiliza: sólo hay que inventar una buena calumnia porque el Conde quede totalmente desacreditado (La calunnia è un venticello). Bartolo, sin embargo, no las tiene todas y prefiere hacer vía preparando su boda con Rosina, ya que está enamorado, y los dos hombres se van a preparar el contrato.
El barbero explica a la chica que Lindoro lo ama (Dunque io son). Rosina ya tenía preparado un mensaje para el enamorado, la entrega a Figaro y este se va. Vuelve Bartolo, el cual interroga la chica sobre las relaciones que mantiene con el barbero y, cada vez más enojado, decide cerrarla en casa a cal y canto (A un Dottori della mia sorte). Aparece el Conde disfrazado de oficial borracho (Ehi di casa).
Afirma que le toca hospedarse en aquella casa. Bartolo no quiere saber nada y dice que tiene una dispensa. Entra Rosina, que reconoce Lindoro. Él consigue pasarle una carta, lo que Bartolo voz. Rosina, que es más lista, la cambia por la lista de la colada. Aparecen la criada Berta y Basilio. A estas alturas el estruendo ya es notable y finalmente se añade Figaro, diciendo que con tanto ruido ya tienen a media ciudad alarmada. De repente llaman a la puerta: es una patrulla de soldados que vienen a ver qué pasa (Fermi tutti). El oficial quiere detener el Conde, pero este, discretamente, se le da a conocer y los soldados lo saludan con respeto. El resto de personajes, excepto Figaro, no entienden lo que pasa (Freddi ed immobile) y el acto termina con una stretta donde cada uno afirma que tiene la cabeza como un bombo y esta a punto de volverse loco (Mi par d’essere con la testa).
ACTO II
Dentro de la casa de Bartolo
El Conde vuelve al ataque. En esta ocasión se disfraza de profesor de música, de nombre Don Alonso, diciendo que viene en lugar de Don Basilio, que está enfermo (Pace e gioia sia con voi). Para ganarse la confianza de Bartolo le muestra la carta de Rosina, diciendo que el Conde le ha dado, lo que prueba la poca estimación de este por Rosina. El tutor, entusiasmado, hace venir Rosina, para recibir la lección (Contro un cor che accende amore). Mientras Bartolo adormece, los dos enamorados se intercambian palabras de amor. El tutor se despierta y dice que en su época la música era mejor (Quando mí sei vicina). Llega Figaro para afeitar el viejo, pero su intención real es obtener la llave de la reja del balcón, lo que finalmente consigue tras despistar Bartolo.
De repente aparece Don Basilio: la sorpresa es general (Don Basilio…). Entre todos consiguen de persuadirle de que se vaya y se acueste, ya que está muy enfermo. Una vez se ha marchado, Figaro hace la barba a Bartolo, mientras los dos amantes planean la fuga. En un momento de distracción del barbero, Bartolo se da cuenta de lo que pasa y, enfurecido, organiza un descalabro. Todos optan por salir. Entra Berta, que reflexiona sobre la vejez y la locura de los hombres viejos que quieren casarse con chicas jóvenes (Il vecchiotto cerca moglie).
Basilio dice a Bartolo que no conoce ninguna Don Alonso. El tutor llamada Rosina y le enseña la carta: la chica se cree burlada por Lindoro, al que toma por intermedio del Conde, y quiere venganza. Salen todos y estalla una tormenta. Cuando termina, llegan Figaro y Almaviva, que vienen a buscar Rosina. Esta está muy enfadada, pero su enamorado le dice que no es Lindoro, sino el propio Conde de Almaviva. Rosina se calma y decide escaparse (Ah! Qual colpo inaspettato). De pronto, sin embargo, ven que Bartolo ha retirado la escala que habían puesto en el balcón para escaparse. Mientras llega Basilio con un notario. Aprovechando la oscuridad, Figaro se hace pasar por Bartolo y dice al notario que case la pareja. Basilio no quiere hacer de testigo, pero el Conde le da un anillo y le convence. Cuando ya son casados llega Bartolo con soldados para hacer detener quienes piensa que son ladrones. El Conde se identifica (Cesa di più resistere) y dice al tutor que de nada le ha servido la inútil precaución de retirar la escalera del balcón.
La ópera termina en forma de vodevil, con los tres protagonistas principales celebrando la perfección del final y todos los demás deseando felicidad y amor a la nueva pareja (Di si felice innesto).